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Mensaje de Navidad del Rey: ‘Deberíamos tomar mayor conciencia del gran país que tenemos, para así sentirlo más y cuidarlo entre todos’

Como manda la tradición, el Rey trasladaba su mensaje navideño a todo el país este domingo en una cita señalada de cada 24 de diciembre y que reúne frente a la pantalla a millones de telespectadores. El escenario elegido para la ocasión ha vuelto a ser el Salón de Audiencias del Palacio de la Zarzuela, en esta aparición del soberano para dirigirse a la nación que cumplía una cifra redonda: la de su décimo discurso desde que fuera proclamado jefe del Estado.

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Las palabras del monarca vienen marcadas por lo que ha sido un 2023 muy especial y significativo para la Casa Real española, con el protagonismo indudable de la princesa Leonor tras cumplir la mayoría de edad a finales del pasado octubre y hacer su juramento de la Constitución ante las Cortes Generales. Precisamente, la de aquel acto solemne era la fotografía que acompañaba a Felipe VI en esta Nochebuena durante la emisión.

Una imagen enmarcada y cargada de simbolismo que recuerda la escena donde los Reyes y la Infanta Sofía aplaudían entonces a la Princesa de Asturias, en lo que fue una jornada histórica e inolvidable que se celebró en el Congreso de los Disputados. Era de esperar que ese momento tan importante de hace unos meses quedara reflejado de alguna manera en esta entrañable fecha, como así ha sido.

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Vestido de traje azul marino, camisa blanca con rayas finas y corbata con motivos geométricos en tonos azules, el Rey transmitía un mensaje cuya duración total con los himnos era de 12 minutos y 49 segundos. Si nos ceñimos al texto de 1.467 palabras que pronunciaba, el intervalo era de 11’48”. Sobre los objetos visibles que ahí se mostraban, a la derecha del soberano (izquierda de la imagen) estaban las banderas de España y de la Unión Europea.

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A su izquierda (derecha de la imagen) había dos libros: El Museo del Prado y Obras Maestras. Colecciones Reales. En cuanto a los elementos clásicos de la decoración propia de estas fiestas, se colocaba un árbol de Navidad y un Misterio con el nacimiento del Niño Jesús, la Virgen María y San José, perteneciente este último a su colección privada. Por último, en las paredes, colgaban cuadros de la colección de Patrimonio Nacional y que son habituales en el salón de audiencias.

En la cabecera previa al discurso que se ofrecía a las 21:00 horas, mientras se escuchaba el himno nacional, veíamos una foto exterior nocturna del Palacio de La Zarzuela sobre el que ondeaba el guion del monarca. Tras el mensaje, se han reproducido imágenes de distintas actividades de la Familia Real a lo que largo de este año que está a punto de concluir.

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Son momentos que corresponden a sus afectuosos encuentros con los ciudadanos, o en su apoyo al deporte español y también cuando han representado a España en el exterior. En la primera de las instantáneas aparecía la heredera al trono saludando a la gente en la calle frente al Palacio Real el día de su dieciocho cumpleaños (31 de octubre de 2023); mientras que en la segunda veíamos a la infanta Sofía en Sídney (Australia) durante la final del Mundial que ganaron nuestras chicas (20 de agosto).

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También se ha proyectado la secuencia de cuando doña Letizia visitó a las familias afectadas por el incendio de Tenerife (24 de octubre); la de Felipe VI a su llegada al Monasterio San Jerónimo de Yuste en la entrega del Premio Europeo Carlos V (9 de mayo); así como el instante de cuando los Reyes salían de la embajada de España en Reino Unido con motivo de la coronación de Carlos III en Londres (6 de mayo de 2023).

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A continuación, puedes leer íntegro el Mensaje de Navidad del Rey:

Buenas noches,

Como cada Nochebuena, tengo la oportunidad de felicitaros la Navidad y de transmitiros, junto a mi familia, nuestros mejores deseos. Es una tradición que me agrada mantener y que también me permite hacer llegar a vuestros hogares algunas reflexiones sobre nuestro presente y sobre los retos que se nos plantean como país.

Las dificultades económicas y sociales que afectan a la vida diaria de muchos españoles son una preocupación para todos. Una preocupación que se manifiesta, especialmente, en relación con el empleo, la sanidad, la calidad de la educación, el precio de los servicios básicos. Desde luego también con la inaceptable violencia contra la mujer o, en el caso de los jóvenes, con el acceso a la vivienda.

Así pues, son muchas las cuestiones concretas que me gustaría abordar con vosotros hoy, si bien esta noche quiero centrarme en otras que también tienen mucho que ver con el desarrollo de nuestra vida colectiva. Es a la Constitución y a España a lo que me quiero referir.

Este año, nuestra Constitución ha cumplido 45 años. Durante estos años de vida democrática, la Constitución, que la Princesa de Asturias juró el pasado 31 de octubre, ha estado presente interrumpidamente en nuestras vidas. Y es, sin duda, el mejor ejemplo de la unión y convivencia entre españoles.

No podemos olvidar que uno de nuestros grandes activos en democracia es, precisamente, esa convivencia basada sentimientos compartidos y en la búsqueda común del bienestar y la prosperidad de todos.

En Asturias en octubre pasado, señalé -y así lo creo-, que es con la unión, con el esfuerzo colectivo y con las actitudes solidarias como se construyen las grandes obras, las que trascienden a las personas, las que duran y permanecen en el tiempo. Es así como un país progresa.

Naturalmente, en España todo ciudadano tiene derecho a pensar, a expresarse y defender sus ideas con libertad y respeto a los demás. Pero la democracia también requiere unos consensos básicos y amplios sobre los principios que hemos compartido y que nos unen desde hace varias generaciones.

Y esa unión, que tiene profundas raíces históricas y culturales, debe descansar sobre todo en los valores que rigen toda convivencia democrática: la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político.

Esos son los valores que nos cohesionan, que le dan fortaleza y permanencia a un sistema democrático como el nuestro.

Y así los define y establece nuestra Constitución, que ha sido el mayor éxito político de nuestra reciente historia, y que supuso la culminación de un proceso que mereció una admiración y un reconocimiento internacional extraordinarios.

Gracias a ella, España consiguió construir y consolidar una democracia plena, abierta e integradora, un Estado Social y Democrático de Derecho, que ha asegurado nuestra convivencia y que nos ha permitido superar diversas y graves crisis en los últimos años. Esa es la evidente realidad de nuestra historia reciente constitucional.

Gracias a la Constitución conseguimos superar la división, que ha sido la causa de muchos errores en nuestra historia; que abrió heridas, fracturó afectos y distanció a las personas. Superar esa división, por tanto, fue nuestro principal acierto hace ya casi 5 décadas. Por eso, evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir.

Y hay otra dimensión de la Constitución en la que a menudo no reparamos, y que sin duda es también muy importante: La que nos permite asegurar nuestro modelo de vida, nuestra forma de vivir y de entender la vida. Expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, o protegerse de la enfermedad, es sin duda clave en nuestro día a día. También lo es, acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno… Todos esos hechos diarios -y muchos más- son los que la Constitución ampara, garantiza y protege.

Por ello, quiero reivindicar la Constitución no solo como valor democrático de presente y de futuro, sino también como instrumento y garantía imprescindible para que la vida de los españoles pueda seguir discurriendo con confianza, con estabilidad, con certidumbre. Para que podamos disfrutar libremente de una vida en la que cada uno -con sus circunstancias- pueda ver razonablemente satisfechas sus legítimas expectativas, sus ambiciones, proyectos y necesidades.

Pero es evidente que para que la Constitución desarrolle plenamente su cometido no solo se requiere que la respetemos, sino también que conservemos su identidad, lo que la define, lo que significa; su razón de ser como pacto colectivo de todos y entre todos para un propósito compartido.

Y, finalmente, exige que preservemos su integridad como lugar de reconocimiento mutuo, de aceptación y encuentro aprobado por todos los españoles, como legítimos titulares que son de la soberanía nacional.

Por tanto, fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad.

Y junto a la Constitución, España.

Los españoles iniciamos hace ya casi medio siglo un nuevo camino; lo hicimos juntos, democráticamente, en un proyecto común. Aprobamos una visión compartida de España que reconoce el derecho de todos a sentirse y a ser respetados en su propia personalidad y en su cultura; con sus lenguas, tradiciones e instituciones.

Y hoy, España es una sociedad fuerte, que ha demostrado muchas veces los valores que forjan nuestro sentido como comunidad política:

Hemos sido solidarios con quienes han sufrido la adversidad; Hemos tenido un comportamiento cívico ejemplar en la superación de la COVID; Hemos demostrado coraje, dignidad y principios frente al terrorismo; Y hemos expresado y -sobre todo- defendido nuestros valores constitucionales cuando estos han estado en cuestión o se han puesto en riesgo.

Y todo ello, también lo hemos hecho juntos y de acuerdo con el marco constitucional, decidido por todos los españoles.

La razón última de nuestros éxitos y progresos en la historia reciente ha sido precisamente la unidad de nuestro país, basada en nuestros valores democráticos y en la cohesión, en los vínculos sólidos del Estado con nuestras Comunidades Autónomas y en la solidaridad entre todas ellas… Basada también en nuestra apertura al profunda vocación iberoamericana y europea. Precisamente, España ha presidido el Consejo de la UE durante el último semestre, en el que se ha reforzado la unidad de Europa.

No tengo duda de que la unidad, será también la clave para que podamos afrontar con éxito los serios y complejos retos de futuro a los que España se enfrenta hoy.

Para abordar ese futuro, todas las instituciones del Estado tenemos el deber de conducirnos con la mayor responsabilidad y lealtad a la Constitución. Cada institución, comenzando por el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde, ejercer las funciones que le estén atribuidas y cumplir con las obligaciones y deberes que la Constitución le señala.

Debemos respetar también a las demás instituciones en el ejercicio de sus propias competencias y contribuir mutuamente a su fortalecimiento y a su prestigio. Y finalmente debemos velar siempre por el buen nombre, la dignidad y el respeto a nuestro país.

España ha tenido a lo largo de su historia, durante siglos, la responsabilidad de influir en el rumbo de la Humanidad. Como también ha atravesado períodos de tragedia, silencio, aislamiento y dolor. Pero el pueblo español los ha superado siempre; ha conseguido sobreponerse, sabiendo elegir su camino con fortaleza y con el orgullo de los pueblos que son y quieren ser.

Deberíamos tomar mayor conciencia del gran país que tenemos, para así sentirlo más y cuidarlo entre todos. Así podremos cumplir mejor con la obligación de la que hablé hace unas semanas en las Cortes: la de garantizar a las jóvenes generaciones el legado de una España unida, cohesionada, con voluntad de entendimiento, y sólida en sus convicciones democráticas, cívicas y morales; el legado de una España respetada, de una Nación querida, en la que puedan continuar desarrollando sus vidas de manera libre, de manera segura en un entorno de estabilidad y confianza.

España seguirá adelante. Con determinación, con esperanza, lo haremos juntos; conscientes de nuestra realidad histórica y actual, de nuestra verdad como Nación. En ese camino estará siempre la Corona; no solo porque es mi deber como Rey, sino también porque es mi convicción.

Gracias por vuestro tiempo en esta noche y junto a la Reina, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía os deseamos una feliz Nochebuena, con un recuerdo muy especial para quienes, en este momento, con dedicación y entrega, velan por la seguridad de todos, y por el funcionamiento de los servicios públicos.

A todos, Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal y Boas festas. Muy buenas noches; y Feliz y próspero año 2024.


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