El mensaje de Ana Obregón a las personas que más ha echado de menos en el bautizo de Anita
Dos días han pasado desde que Ana Obregón celebrara el bautizo de la pequeña Anita y las emociones siguen a flor de piel para la actriz. Así lo ha evidenciado este 19 de diciembre con un emotivo mensaje en el que recuerda a quienes más echó de menos en el gran día de la pequeña de la casa, una encantadora jornada en la que la alegría y la unión de sus seres queridos fue el denominador común. Hasta la Parroquia de Nuestra Señora de La Moraleja en la capital, muy próxima al domicilio de la orgullosa abuela, se desplazó su círculo íntimo, desde sus hermanos Celia, Amalia, Javier y Juan Antonio hasta sus sobrinos, su representante Susana Uribarri o su gran amigo Raúl Castillo, entre otros conocidos rostros, pero hubo tres personas que faltaron y que la estrella de Ana y los siete extrañó: sus padres, Antonio García Fernández y Ana María Obregón Navarro, y su hijo Aless.
Sus padres y su hijo Aless “hubieran dado la vida por estar” en el bautizo
Si bien en el evento, que estuvo marcado por la ilusión generalizada entre los invitados y los halagos a la bebé, hubo ausencias tan marcadas como la de Alessandro Lequio o Justin, amigo de la universidad de Aless que en un pincipio iba a ejercer como padrino y finalmente no pudo acudir por incompatibilidad de fechas con su rutina en Houston, Ana extrañó especialmente a los pilares de su vida. “Aless, mamá y papá: lo que hubiera dado por teneros a mi lado en el bautizo de Anita. Las tres personas que eché infinitamente de menos, las que hubieran dado la vida por estar ahí“, ha escrito en su perfil social junto a una tierna imagen familiar en la que aparecen los cuatro radiantes y tan cómplices como de costumbre y con una ubicación que la intérprete ha definido como “en mi corazón”.
Emocionada y reflexiva a partes iguales, la televisiva, de 68 años, ha concluido apuntando “qué cerca está el cielo”, unas palabras con las que vuelve a demostrar que les tiene muy presentes en su día a día y, en especial, en esta fecha tan señalada y cargada de simbolismo en la que pudo sentirles a su lado. Tras este precioso recuerdo, Ana ha compartido con el millón de personas que sigue a diario sus pasos otro pensamiento a través de una publicación que reza: “Si aún tienes la suerte de recibir estas dos llamadas, recuerda que eres un privilegiado; siéntete realmente afortunado y contesta siempre. Son llamadas sagradas”, un texto que acompaña a la captura de dos teléfonos móviles en los que aparece la llamada entrante de “papá” y “mamá”.
Este es el precioso obsequio que Ana Obregón dio a los invitados del bautizo de Anita
Una preciosa etapa con Anita y sus pilares muy presentes
El bautizo de Anita, que arrancó sobre las cinco de la tarde del domingo 17 de diciembre, fue, en palabras de la bióloga, “uno de los días más especiales y bonitos de mi vida”, motivo por el que le hubiera encantado disfrutarlo de la mano de sus grandes amores, a quienes despidió en poco más de dos años. Un año después de la dolorosa pérdida de su hijo Aless el 13 de mayo de 2020 a los 27 años, se apagó la vida de su madre y, unos meses más tarde, tuvo que afrontar el fallecimiento de su padre, a quien estaba muy unida y del que no se separó en sus últimos meses, pues era un refugio para ella: “He coleccionado millones de momentos únicos contigo que guardo tatuados en mi corazón y que ahora utilizaré para poder seguir respirando porque en dos años me habéis dejado huérfana de padres y de hijo“, dijo aquel difícil 17 de septiembre de 2022.
Por fortuna, la intérprete de Mask Singer, que estuvo rota de dolor durante mucho tiempo, ha vuelto a recuperar la sonrisa y el brillo con la llegada de Anita, una auténtica bendición que ella misma define como “un sueño”: “Yo me acostaba llorando y me levantaba llorando y ahora lloro de emoción. Las lágrimas de color rojo han pasado a rosa”, admitió emocionada este verano a ¡HOLA! en una entrevista exclusiva que ofreció con motivo de su primera etapa estival con la bebé en el paraíso mallorquín que tanto disfrutaba con Aless y sus progenitores, El Manantial. Una imponente vivienda que su recordado padre construyó en la década de los sesenta en uno de los acantilados de la Costa de los Pinos y que tiene, además de vistas al mar, 8.000 metros cuadrados de parcela, una fabulosa piscina y todo tipo de comodidades. Allí creó sus primeros recuerdos entre julio y agosto junto a la benjamina, a quien mostró los atardeceres naranjas y las cristalinas aguas que tanto gustaban a su hijo.
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